31 de diciembre de 2009

Christine (V)

Christine regresó a su cuarto y cerró la puerta, de nuevo, con un sonoro portazo. Se dijo a si misma que aquello de dar portazos se estaba convirtiendo en una costumbre fea que debía cambiar.
Su compañera de habitación fingía dormir. Lo supo por lo irregular de su respiración y el gesto tenso de sus manos, parcialmente ocultas bajo su almohada.
Christine comenzó a andar en círculos cada vez más estrechos por la habitación, de reducidas dimensiones, hasta terminar girando sobre si misma y riendo descontroladamente. Completamente mareada, se dejó caer sobre su cama. Continuó riendo escandalosamente, sin saber el motivo. Su compañera de habitación abrió los ojos y le dirigió una mirada de advertencia. Christine calló.
Se sentó de rodillas, de cara a la pared, para verse reflejada en el espejo que colgaba de ella. Primero arrugó la nariz, después alzó las cejas, frunció los labios y abrió mucho los ojos. Aquellos ojos redondos, desmesurados y azules que, de niña, le habían hecho ganarse el apodo de "alien".
Christine sintió compasión por aquella parte de si misma que vivía presa al otro lado del espejo, así que lo tomó con ambas manos, lo descolgó y lo ocultó debajo de la cama. Sonrió.
Se giró para contemplar de nuevo a su compañera de cuarto, pero un objeto que descansaba sobe la mesita que se alzaba entre cama y cama llamó su atención. Un libro. Marina, de Carlos Ruiz Zafón. Christine alargó el brazo y lo cogió. Lo abrió por la primera página, cruzó las piernas y leyó una dedicatoria escrita con letra inclinada:


Amanda,
siempre cuidaré de ti, ¡es mi destino!
Ian

- ¿Amanda?-preguntó Christine- ¿Ese es tu nombre?
Ella no dio señal alguna de haberla escuchado.
- Lo tomaré como un si-Christine sonrió-. Encantada de conocerte, Amanda. Yo soy Christine, aunque creo que ya te lo había dicho antes.-y después añadió:-¿E Ian? ¿Quien es él?
Silencio tras una cortina de cabellos rubios bajo la cual se crispaba una pálida mano.
- Deja que lo adivine-continuó Christine-. Él no cuidó de ti. Lo intentó, pero no le gustaban las chicas locas encerradas en manicomios.
Amanda se alzó antes de que Christine pudiese terminar la frase. Se precipitó hacia ella y la agarró del cuello con una mano, mientas acercaba el dedo índice de la otra a su rostro amenazadoramente. Ahora que Christine la tenía tan cerca, pudo comprovar que tenía la nariz y las mejillas salpicadas de pecas, aunque no destacaban demasiado, y que olía a miel. Sus ojos parecían demasiado grandes para su cara.
Christine dejó de respirar durante unos segundos. Sentía un dolor punzante en su cuello, provocado por las uñas de Amanda. Ella abrió mucho los ojos durante un momento.
Amanda la soltó de golpe, como si le hubiese dado un calambre. Retrocedió y se dejó caer en su cama, el pelo cubriéndole el rostro de nuevo. Sollozaba.
Christine se pasó una mano por el cuello, acercó a Amanda y se sentó en el borde de la cama junto a ella.
- Lo siento, yo... No tenía intención de herirte.-murmuró.
Alzó una mano y la deslizó por los cabellos de Amanda. Cuando las hermanas Aidemme eran pequeñas y discutían, Rachel le pedía perdón a Christine de esa manera. Todas las vértebras de Amanda se clavaban en el brazo de Christine, que descansaba sobre su espalda.

¡Feliz 2010!

3 comentarios:

Lou dijo...

¡Oh sí! Queda mucho mejor
Aunque lo de ''Ella abrió mucho los ojos durante un momento'' (o algo así) no me combence mucho.
Aun así me encanta :D
Buen 2010, espero que sea muchisisisisimo mejor que el 2009 y que te digo yo que este año: NOS VEMOS SEGURO.
te quiero :) (L)

Nette. dijo...

Ooh Lyraa , me gustaa me gusta
Feliz año nuevo guapa ;D

m a r i e dijo...

me gusot mucho :)