Naranjín mira por la ventana con los ojos muy abiertos. No le gustan las tormentas. Ann le acaricia la cabeza, abre la puerta del balcón y sale. Se acerca a la baranda y extiende los brazos. El frío se cuela por debajo de su vestido y los brazos se le empapan de gotas de lluvia. Ann sonríe. Es la primera vez que lo hace de verdad en muchos meses.
Le encanta la lluvia.
De repente, Ann se gira como si tuviese mucha prisa. Vuelve a su cuarto y se cambia de ropa. Deja el vestido amarillo pálido que llevaba puesto encima de la cama, sin molestarse en doblarlo, y coge uno azul del armario. Se calza unas botas de agua amarillas y piensa en el aspecto que debe tener. “Parece que tengas cinco años”, le dijo su madre una vez al verla así. Lo que la madre de Ann no sabe es que su hija es una niña grande, de las que escasean hoy en día. Ann vuelve a sonreír, esta vez con malicia.
Se despide de su mascota, abre la puerta de su casa y baja las escaleras hasta la portería. Apenas hay gente en la calle. Genial. Corre hasta la boca de metro más cercana, protegiéndose de la lluvia con los brazos. Una vez en la estación, se desplaza hasta plaza Cataluña. Baja Portal de l’Àngel corriendo con los brazos extendidos.
Es entonces cuando la veo.
Yo avanzo con pasos cortos pero rápidos, cerrándome el abrigo con las manos y la cabeza gacha. Ella me llama. No por mi nombre, pues no lo conoce, si no con una especie de grito de alegría. Alzo la cabeza y le sonrío. Ella me devuelve la sonrisa y su rostro se ilumina. Ann es la única persona que conozco que tiene luz propia de verdad.
- ¡Ann! Yo… Em-empecé t-tu…-tartamudeo.
- Respira hondo y relájate-sonríe ella.
Obedezco.
- Intentaba decirte -digo. Un suspiro se escapa entre mis labios- que ya terminé La mecánica del corazón. Me ha encantado, es… es precioso.
- ¿Si? -una sonrisa ilumina su rostro durante un fugaz instante. Luego, añade:- Aunque en el fondo, ya lo sabía. Supongo que se te veía en la cara.
La observo, cautivado. Su nariz es tan minúscula que me pregunto como consigue respirar. Me gustaría abrazarla, pero temo que ella malinterprete el gesto.
- No es que no me guste la lluvia…-dice ella-, pero podríamos continuar con esta conversación en otro sitio? Al final, vamos a encoger.
- Yo… vivo aquí mismo-digo, señalando la calle Santa Anna, que se abre a su derecha.-Si quieres…
- Si no te importa…
Comienzo a andar en la dirección que le he indicado anteriormente. Ella me sigue. Y entonces no sé si me lo imagino o es suya la voz que pronuncia estas palabras: “Me moría de ganas, querido, de verte otra vez”.
Caminamos sin prisas, ajenos a la tormenta que se cernía sobre nosotros, como dos ancianos que pasean por las mañanas en los parques. Al llegar al número 29, mi casa, busco la llave en el bolsillo, la introduzco en la cerradura y empujo la puerta con el hombro.
- ¡Oh! ¿De verdad que vives aquí? Llevo años mirando tu balcón al pasar por esta calle, y siempre me preguntaba quien vivía en un piso tan bonito.
- Por dentro es bastante menos espectacular. Siento el desorden. No estoy acostumbrado a recibir visitas.
Subimos las escaleras cuidadosamente, para no resbalar, y la acompaño hasta la habitación que se encuentra en mejor estado: el estudio. En realidad, no se puede decir que esté ordenada, ni siquiera limpia, pero sé que ese cuarto le va a gustar. Sus paredes están forradas de estanterías, todas ellas ocupadas por libros. Al fondo, se abre la balconada que Ann admiraba desde la calle y, junto a ella, hay un escritorio sobre el cual descansan centenares de hojas escritas a mano por ambos lados.
Ann se precipita al interior de la estancia, con la cabeza inclinada hacia la izquierda para leer los títulos de los libros que duermen en las estanterías, tratando de ocultar la sonrisa que acude a su rostro. Yo busco un volumen concreto en la pared opuesta.
- ¿A que te dedicas? -pregunta ella.
- Soy escritor-dije yo. Alzo la mano y retiro un libro de la estantería.
- ¿En serio?-exclama Ann.
- Si, pero… nunca he escrito nada que merezca la pena publicar-extiendo la mano y le muestro el libro que acababa de coger-. Toma, esto es para ti.
Ella coge el libro con la misma delicadeza que la primera vez. Lee el título. La elegancia del erizo.
- En realidad, aún no lo he leído-admito.- Pero la próxima vez que nos veamos puedes decirme si te gusta.
- Con una condición-Ann sonríe sin llegar a mostrar los dientes.- La próxima vez que nos veamos, yo te canto y tu me dejas leer algo tuyo, vale?
Hoy es el cumple del blog :)
4 comentarios:
Debería existir mas gente como Ann, no crees? Ser un niño grande...
Es triste darte cuenta de cuanto crecimos sin notarlo.
Feliz cumpleaños Decadencia :)
laiaaa!!
k te e dixo k me pasaria si me acordaba pos me e pasao
xd
por cierto
feliiciidadeess bloogg!!!!
xd
buneo k cm ya sabes k me necanta cm escribes y k sigas asi ;)
tekeroo lyraa!!
att:criis!!
Mencaanta Ann *_* (te lo he dicho mil veces xd) Yo estoy acabando otro capitulo de Anissa e.e y se encuentra con alguien con un problema de ojos tambien, no digo nada más :BBB
Ah y Decadencia, felicidades :)
leido :D y reeleido.
sabes.. estaria bien escuchar un trocito, solo un trocito mas de su conversacion esa tarde (tarde? yo me imagino una tarde xD). es indiscreto meterse asi en la vida de los demas.. pobres ann y chico sin nombre, pero es q juntos.. prometen.
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