Adoraba a Mireille y a su acento francés con cada latido de mi corazón. Su sonrisa me mordía la nariz todas las mañanas y me hacía pensar en paseos bajo paraguas de colores los días de lluvia.
Una vez me contó que le encantaban los tulipanes, así que tenía pensado llevármela a Holanda este verano. Incluso había hecho las maletas: había doblado su vestido azul y había guardado mi sombrero de copa negro en nuestra maleta, la misma que nos llevamos cuando vivimos en la casa del lago. Tenía pensado quedarnos mucho más tiempo en Holanda; construir una cabaña de madera en el campo, de modo que todas las mañanas, al levantarse y acercarse a la ventana, viese un prado de tulipanes rosados. Sé que le hubiese encantado.
Pero un día de invierno, cuando la nieve comenzaba a fundirse, se le enfriaron las rodillas y dejaron de curársele las heridas. Su corazón se debilitó. Yo prefiero pensar que era demasiado pequeño para guardar todo el amor que Mireille sentía por la vida.
5 comentarios:
Por fin, tenía ganas de leer algo tuyo ya... me ha encantado <3
Me recuerda a la escena de Big Fish cuando Ed le planta un monton de flores amarillas en su jardin ufff *___*
anonimo lidiu dice q mola muchooo xd
!Megusta
Oich, que genial >.<
Laia :) Genial tu texto, como todos!
Sí, yo también ya tengo la canción descargada...jaja
Yo también me alegro de volver al blog :$ y de volver a saber de ti!
Un besín
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