- Debes ser sutil-se recordó a si misma, con los ojos fijos en los de su propio reflejo. Su voz sonó desquiciada.- De lo contrario, todo termina, y la idea del fin no es especialmente seductora en este momento.
Se pasó el filo del cuchillo por el cuello, ladeando la cabeza hacia la derecha, e hizo el ademán de hundir la punta del mismo en la arteria carótida. Frenó el gesto con una sonrisa.
Se dio la vuelta y dejó la habitación. Se encontraba en el apartamento de Rachel, en las afueras de Londres. Ella no sabía que estaba en su casa o, al menos, eso pensaba Christine. Se había vestido enteramente con ropas oscuras. Con la mano derecha sujetaba un cuchillo grueso, no muy largo pero afilado que había encontrado en un cajón de la cocina. A continuación, se dirigió al cuarto de Rachel. Ella estaba en casa, estaba segura. Lo sabía. Su estúpida voz resonaba por los pasillos. Probablemente estaba delante del espejo, sujetando el teléfono con el hombro mientras se maquillaba y peinaba.
Abrió la puerta de su cuarto lentamente, con gesto amenazador.
Ella estaba de espaldas, enfundada en un vestido negro corto, de tirantes, manoseándose el pelo. Cuando vio aparecer a Christine, se quedó extrañamente rígida. Alzó la barbilla y, sin girarse, dijo:
- Que poco elegante eres, Christine-sus ojos estaban fijos en el reflejo del cuchillo que sujetaba su hermana.- ¿Porqué no te limitas a quitarte del medio?
- Porque te odio.-respondió ella, con toda sinceridad. Aquellas palabras habían pugnado por salir de sus labios durante años y, por fin, las pronunciaba en voz alta.
Rachel se dio la vuelta, lívida. Parecía haber perdido toda su vitalidad. La miró directamente a los ojos y susurró:
- ¿Por qué?
- Tu no tienes la culpa-le aseguró.- O bueno, quizá si. No lo sé.- soltó una carcajada ruidosa.
- Estás loca.-dijo Rachel
- Ya me gustaría a mi poder justificar mis actos de esa manera.
- Christine... Antes, ha llamado mamá.
- Hazme el favor de decirle a la señora Aidemme de mi parte que se vaya a tomar viento.
- Ha llamado a una ambulancia y estarán aquí en unos minutos. Te llevaran al hospital.
La furia centelló en los ojos de Christine, la cual se adelantó y agarró a Rachel de la garganta con una mano, mientras que con la otra sujetaba el cuchillo a escasos centímetros de su vientre.
- No.- susurró.
Rachel empujó a Christine con ambas manos para quitársela de encima y esta cayó de espaldas al suelo. La punta del cuchillo rozó la cara interna de su muñeca, desgarrando la piel.
Christine restó aturdida unos instantes. Después, giró la cabeza y clavó la mirada en la herida de su brazo.
Se le nubló la vista.
Oyó como Rachel gritaba su nombre reiteradamente, sintió que la sacudían, que la cogían de las muñecas y de los tobillos y la colocaban sobre algo blando, escuchó voces que no logró identificar.
Trató de sacudirse para librarse de toda aquella gente que la atosigaba, pero solo tenía fuerzas para cerrar los ojos.
4 comentarios:
Annabel dijo...
uouououOOO
como me guustaaa
Laiia te quieroooo!!!!!
jueves, octubre 22, 2009 8:40:00 PM
He tenido que volver a colgar esta entrada (que empecé en septiembre pero terminé y publiqué ayer) porque si no me salía el mes de octubre vacío, que triste xD
Hóstia, has añadido algo no?
Me mola me mola. ¿No querías un comentario rechu mío? Ea, aquí lo tienes :)
Pero vamos, que ya no sé por qué te lo repito... a sí, porqué no te gusta lo que escribes... Pues a mí, tía, sinceramente me encanta toda esta historieta (y textos aparte también)... así que bueno, habrá que repetirlo y subirte los ánimos jajaja allá voy:
No pares de escribir.
A lot of raindrops <3
ay dios mio, me ha dejado con el gusano en el estomago, pk no mata a rachel???'
pobre christine T.T la compadezco.
k tension le as metido, jeje^^
Espouuus Tequié
Esta rechu ^^
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