28 de junio de 2010

Respira, Verónica.

Verónica abre los ojos e inmediatamente se da cuenta de donde está: en el mismísimo infierno. Su infierno. El hospital en el que ha trabajado durante cerca de siete años. El lugar donde ha salvado tantas vidas y no ha sido capaz de salvarse a si misma.
Mira a su alrededor. Todo es blanco y está demasiado limpio y ordenado. Nunca le ha gustado eso. Distingue su vestido rojo doblado sobre una silla, junto con los zapatos que llevaba cuando saltó.
Le duelen todas y cada una de sus respiraciones. Verónica ya está pensando en intentarlo de nuevo. Pero no repetirá errores. No volverá a saltar. Esta vez, piensa el algo más discreto.
“Podría abrirme las venas en la bañera. Si, desangrarme hasta morir. O algo menos escandaloso… Unas cuantas pastillitas para dormir y a soñar con los angelitos.”
Un par de años atrás, Verónica se hubiese escandalizado al oír sus propios pensamientos. Verónica no siempre ha sido así, claro que no. Pero la vida comenzó a quitarle todo lo que le había dado de forma tan brusca que aún no se ha recuperado. Todo de golpe. Ni siquiera las magníficas píldoras de la felicidad la habían ayudado. Por eso había decidido saltar. Si tú estuvieses en su lugar, seguro que la comprenderías.
Una cortina la separa del otro paciente. Oye voces que hablaban bajito. En realidad, mientras no la molestasen, lo que hagan la trae sin cuidado.
La puerta se abre y entra una enfermera. Primero atiende al otro enfermo que ocupa la habitación. Después se asoma a su lado de la habitación y clava la vista en ella.
- ¡Doctora Ruiz!-exclama la enfermera.
Verónica alza la mirada.
- Hola Carla -dice, bajito. Aquella mujer algo más joven que ella, rubia y vital había trabajado con ella durante un tiempo.- Llámame Verónica, quieres? Llevo casi cinco meses sin ser la doctora Ruiz.
Y sonrie levemente para suavizar el tono hostil de sus palabras.
Carla, la enfermera se sienta en la silla destinada a los familiares que se encuentran de visita. Los de Verónica nunca llegarán.
- ¿Cómo he llegado hasta aquí? -pregunta Verónica.
- Por lo que sé, un hombre te vio caer y llamó a una ambulancia. Cuando llegó, esa misma persona te había sacado del agua e intentaba reanimarte. Les costó impedir que te fueses, sabes? Lo consiguieron cuando ya estabas en el hospital, te dimos puntos en la herida de la rodilla y te quedaste dormida. ¿Qué te pasó, Verónica? Dime que no es lo que todos creemos, por favor.
- No intenté suicidarme, Carla. Esa hubiese sido la opción fácil. Y las cosas fáciles no me gustan. Simplemente tenía ganas de ver el amanecer cerca del mar, me acerqué al muelle, me senté y, como no había desayunado, me mareé y me caí.
Verónica cree que esa es una buena mentira a la que aferrarse. Incluso suena convincente.
- Antes has dicho algo de una herida en la rodilla-le recuerda Verónica, tratando de borrar la incredulidad de su semblante.
- Ah, si. No sabemos si te la hiciste con el borde del muelle al caerte o si te la hicieron al sacarte. El caso es que no es gran cosa. En fin, me marcho a hablar con el doctor. Creo que mañana por la tarde ya te podremos dar el alta.
Carla se pone en pie y se aproxima a la puerta. Antes de marcharse, se da la vuelta, la mira con una leve sonrisa en los labios y dice:
- Respira, Verónica.

5 comentarios:

Neus dijo...

Me encanta Veronica, casi tanto como Ann :B Me "encarino" (no tengo la "enye" -.-') con tus personajes y eso es malo porque luego los matas mala persona xdd bueeno no te tengo que decir nada más, acabadas siendo escritora ya te lo digo yo e.e cuando venga ya hablaremos y escribiré algo que ya tengo una historia pensada :)
Hdhdhsjyd :B = adiós :B

Arita dijo...

Me atrevería a decir que sacaste la inspiración al leer un libro de Coelho.. Como sea, me encanto!
Como siempre :)

Lourdes dijo...

¡Verónica! La echaba de menos ya... :) "El lugar donde había salvado tantas vidas y no había sido capaz de salvarse a si misma." Genial esa parte.
Esta vez, a diferencia de mis otras críticas, te doy otra opinión: Me ha gustado, sí. Pero... -ay! ese pero- hay algo que no... no sé. No sé si es el tiempo en el que está redactado, o la forma, pero te resulta menos hm... te engancha menos que los otros. No le encontraba el motivo por el que seguir leyendo. No te lo tomes a mal eh Laia, pero como siempre me dices que te de opinión sincera: ahí está. Creo que desde el primer momento me intuía lo que había pasado (como los demás) y eso es lo que me decía "no tienes por qué seguir leyendo"... no sé si me explico. En todo caso me ha gustado, mucho. Simplemente le faltaba eso: un punto en el que pensar "qué pasará".

¡Un beso Laia! (Estoy cumpliendo comentándote eh, luego no te me quejes >_<)

Arita dijo...

Exacto, Veronika dedide morir.. :D
Me gusto ese libro, pero no es uno de mis favoritos, de hecho ..Coelho escribe bonito, pero su literatura quizas se muy facil de entender. Quiere dar a conocer algo, pero entiendes lo que quiere decir apenas empiezas a leer :)

Anónimo dijo...

Ö me gusta la veronicaaa! ara voi a leer mas haahahaha

-anonimo lidiuu xD