2 de agosto de 2010

La chica más triste del mundo.

(esto va antes de que Ann y Jack se conozcan)

Cuando Jim ve a Ann por primera (y quizás última) vez, ella tiene cara de ser la chica más triste del mundo. Canta en un sórdido bar de Barcelona, frecuentado por hombres que pasan de los cuarenta y prestan más atención a sus caderas que a su voz. Sus ojos parecen estar siempre inundados de lágrimas que nunca se derraman y, cuando comienza a tocar Thank God I’m Pretty, de Emilie Autumn, Jim se acerca y espera a que termine para hablar con ella. Ann, sentada en el borde de un escenario que apenas se eleva un metro del suelo, clava sus ojos en los de él durante un instante. Es una especie de amenaza, un “no te acerques a mi”.
No quiere hablar con él. Alarga las notas tanto como le es posible hasta que se le rompe la voz en un sollozo y las lágrimas de sus ojos se desbordan. Pide perdón, deja el micrófono en el centro de aquel escenario tan pequeño que ni siquiera merece ese nombre y se dirige a su camerino. Su camerino es en realidad una habitación de dos metros cuadrados, en la que un espejo y una bombilla solitaria hacen compañía a una escoba y una fregona más sucias que el propio suelo del local. El abrigo rojo de Ann cuelga del pomo de la puerta.
Lágrimas negras, producto de aquel maquillaje que no está acostumbrada a usar, ruedan por sus mejillas, haciendo que su escandaloso llanto resulte todavía más evidente.
Ann no es feliz. Ese lugar le impide serlo. Pero ha tomado una decisión. No volverá jamás.
Aguarda allí unos minutos, llorosa. Entonces se pone el abrigo encima de ese horrible vestido corto de flecos negro y abre la puerta.
“Vamos, valiente” piensa.
Lo primero que ve al abrir la puerta es a Jim. Su cabello rubio y sus ojos oscuros.
- Hola -dice él.- Me llamo Jim.
“Jota, i, eme”. Eso lo piensa pero no lo dice.
- Solamente quería decirte que me has parecido una excelente cantante y quería felicitarte. Yo también soy músico.
- ¿Ah, sí? -dice Ann, fingiendo un interés que no posee al tiempo que agradece sus palabras con una sonrisa forzada.
- Sí. Toco el triángulo.- dice él. La mira fijamente y sonríe con los ojos.
- Oh. Impresionante.
- ¿Te gustaría… hablar conmigo fuera del local?

- Lo siento. No puedo.
Ann esquiva a Jim y comienza a andar hacia la salida del bar. Se detiene delante de la barra y da dos golpes con los nudillos sobre ella para llamar la atención de un camarero.
- ¿Javier? Dile al jefe que lo siento mucho, pero que dejo el trabajo. Si pone alguna pega, que me llame. Pero que se busque a otra cantante.
Sin dejar tiempo a que su compañero responda, Ann se dirige a la salida. Antes de que logre atravesar la puerta, un hombre de prominente barriga cervecera entra en el local sin apartarse, haciendo que Ann caiga de espaldas. El hombre dice algo así como “Joder, ves con cuidado”. Jim, que ha estado todo el rato detrás de ella, se agacha a recoger algo que ha caído del bolsillo de Ann: una libreta. La abre y comienza a leer ávidamente lo que encuentra en la primera página. Ella se pone en pie con dificultad y se la arranca de las manos.
- No deberías leer anotaciones ajenas sin permiso.
- Solo quería saber tu nombre.
- ¿Y ya lo sabes?
- Un placer, Ann Olivier.
Ella se da la vuelta y comienza a andar deprisa hacia su casa. Se le ha hecho tarde y ha perdido el último metro que pasa. Tiene la esperanza de no volver a ver ese sitio nunca más.

3 comentarios:

Neus dijo...

Ann Oliver, bonito nombre (:
me gusta como todos e.e
Sigue patata negra! que te vaya bien el viaje.
(L)

sweet child o mine. dijo...

aaains me encanta laia (:
por cierto, no tiene nada que ver con el blog, pero me encanta tu nombre xD
beesito diosa (:

Anónimo dijo...

Laioonciooo!
me encanta tiaaa!

-anonimo lidiu