30 de noviembre de 2010

El corazón de Laila late al ritmo de un reloj estropeado.

El corazón de Laila late al ritmo de un reloj estropeado. Pu-pum. Luego, silencio. Y luego otra vez. Pu-pum. Cadencia irregular que se la lleva cada vez más lejos. Cadencia que se ve interrumpida por la voz de una enfermera que se abre paso por encima de los lloros.
- Tratamos de mantenerla consciente hasta que llegase usted, pero estaba sufriendo y tuvimos que sedarla. Lo siento.
El tono de esas palabras es frío y lejano. Ni siquiera el hombre más iluso del universo hubiese creído en ese “lo siento”. Y eso que él siempre había sido un iluso.


Laila era de las que se enamoraban hasta en un desierto. Había hecho del amor su bandera, y amaba a todos y cada uno de los pequeños detalles de su vida: los libros que dormían en su mesita de noche todas las madrugadas, los post-it que parecían crecer en las paredes de su casa, los latidos de su agónico corazón, las fotografías de su cámara de los años cincuenta, las trenzas que se hacía cuando llovía y que le llegaban a media espalda, las películas que veía los domingos por la tarde, las pajaritas de papel a las que enseñaba a volar… 
Laila era de las que se enamoraban hasta en un desierto. Pero siempre de la misma persona. Del hombre más afortunado del mundo.
El mismo que ahora está llorando mientras le sujeta una mano helada y los latidos de su corazón se convierten en una cuenta atrás. 
Hace tiempo que los dos saben que Laila se muere. A él le hará falta toda una vida para asimilarlo. Ella no tendrá tiempo. Pero le basta con saber que él la querrá con todos y cada uno de los latidos de su corazón, hasta que este se detenga.

2 comentarios:

Neus dijo...

Buaaaaaaaaaaaaaaah ;_; que potito, esto de los latidos del corazon me encanta wawwww <3 I love you sister
Pd, he terminado La alargada sombra del amor :)

Fiama dijo...

Yaaaay, soy un avión :D
xD.
Me encanta el texto Laiuuuu (:
Un besito !