21 de septiembre de 2010

Baja la mirada y sus ojos se pierden.

Un par de días más tarde, regreso a Sant Felip Neri con la esperanza de reencontrarme con Ann. Por lo visto, su horario es bastante flexible, por lo que no la encuentro allí. En el lugar en el que la vi por primera vez, está sentada a una chica que, de lejos, se parece bastante a ella. Pero al acercarme, descubro que no pueden existir dos personas más opuestas.
Verónica, me dijo que se llamaba, tiene el pelo negro y sus hermosos ojos grises murieron el día que intentó ahogarse en el mar. Sostiene un libro sobre las rodillas, un libro que no podría olvidar aunque me obligasen a ello. La mecánica del corazón. Llora, ella está llorando. Un cigarrillo al que apenas ha dado un par de caladas se consume en su mano derecha. Lleva un vestido azul oscuro y sus labios, voluptuosos y sugerentes, están pintados de rojo.
Me acerco a ella y me siento en el borde de la fuente. Respiro hondo un par de veces.
- ¿Es un libro triste?
Cierra el libro y lo sujeta misma mano en la que aguanta el cigarrillo, mientras con la otra se seca las lágrimas de las mejillas, avergonzada.
- En realidad no, pero… El final sí lo es.
Sonrío un poquito. Intento parecerme a Ann, pero creo que no lo consigo.
- Perdona que te moleste -dije, tratando de elegir bien las palabras-, ¿conoces a una chica que es cantante y tiene el pelo de color chocolate y los ojos muy grandes? Suele cantar aquí, justo donde tú estás sentada.
Ella asintió mientras alzaba un brazo trémulo para señalar un balcón que daba a la calle que llevaba el mismo nombre que la plaza, Sant Felip Neri.
- Vivo aquí. La oigo aunque tenga el balcón cerrado. No se le da mal. Creo que el otro día la vi marcharse contigo.
Da una calada al cigarrillo. Cuando lo retira de sus labios, veo la huella de pintalabios rojo que ha dejado en él. Aparto la mirada.
Entonces me doy cuenta de la diferencia que hay entre Verónica y Ann. Mientras esta última tiene poco más de veinte años, Verónica ya pasa de los treinta. Ann es todavía una niña.
Verónica abre el libro y sigue leyendo en silencio.
- Ese libro le gusta mucho-digo. Siento que he perdido a Verónica para siempre sin que me haya llegado a pertenecer nunca.
- Es la tercera vez que lo leo-dice ella, sin separar la vista del libro.
- ¿Cómo te llamas?
- Verónica -me mira por encima del libro. Sus ojos son inacabables.
- Verónica -repito yo.
Dobla el borde de la página y cierra el libro. Baja la mirada y sus ojos se pierden en la ilustración que ocupa la portada del libro.
La miro directamente a los ojos. A los párpados, sería más apropiado.
- Si quieres, me voy.
Verónica se encoge de hombros sin energía.

- Si quieres irte, vete.
Me quedo con ella. Le ofrezco mi compañía y mi corazón de niño en el cuerpo de un hombre de treinta y seis años a pesar de que tengo la certeza de que ya la he perdido para siempre.

5 comentarios:

Neus dijo...

j3j3 aish como me enecanta tus personajes y más si los conozco por el facebook jajajaja ahora eres tu la que me supera escribiendo!

Arita dijo...

Algunas esperas valen la pena, me encantó :)

Lourdes dijo...

Curioso, curioso... no me imaginé que Verónica pasase los 30. La veía más como 27-28, mientras que a Ann la asocio a los 22.
¡De lo que se entera una! (?)
Bueno, de todos modos me gusta mujer, como siempre, cada día te superas más ._. Cualquier día se te presenta una editorial para que publiques :3 jajaja ojalá ojalá, yo compraría tus libros sin duda!
Un beso :)

Nette. dijo...

:D Aunque nunca comente me leo tus publicaciones, me encantan =B tequieee =)

Lidia Sillero dijo...

que buniiic laiaaaa
mencanta veronica (H) jojojo
y quiero la continuación... xdd

tequiere,anonimo lidiu xdd